miércoles, 1 de julio de 2009

Dominus Dedit, Dominus Abstulit (1ra. Parte)

...El camino es fatal como la flecha
Pero en las grietas está Dios, que acecha.
Jorge Luis Borges
Lo sabía precavido y temeroso. Años de delaciones, secuestros, torturas, botines de guerra y asesinatos perpetrados al amparo complaciente y satisfecho de sombras poderosas tienen la virtud de convocar enemigos inescrutables y vindicaciones sin fin; ambos lo sabían. De modo que no le anticipó su visita.
Bajó del ómnibus que lo trajera desde Villa Gesell y recogió su equipaje: un bolso con una muda de ropa que no esperaba usar y un maletín con sus herramientas de trabajo. Evitó los taxis –un conductor podría, luego, recordarlo- y los colectivos vertiginosos y malhumorados de esa temprana hora de la mañana; prefirió caminar hasta su objetivo, distante unas veinte calles.
Como cada vez desde que la abandonara, Buenos Aires, con su complejo lenguaje de chirridos y estertores, le pareció espantosa. Había nacido y crecido en esta ciudad, y aunque en los últimos años no asistiera a sus mutaciones perpetuas, conocía cada calle, cada recodo, su cara y su embozo; tal y como un padre conoce a su hijo. Él no conocía al suyo, pensó. No porque no supiera quién era, sino porque no sabía quién era. Pero tampoco había conocido a su padre, y eso, de algún modo, emparejaba los tantos, pensó. Confuso, apuró el paso.Al llegar a Arenales vio al portero del edificio lavando la vereda. Cambió de acera y fue al bar de la esquina. De paso hacia el baño pidió café con leche y medialunas; luego se encerró en uno de los cubículos. Ejecutando un ritual inmutable, por tres veces verificó que...
Continuará

2 comentarios:

Lilya Nuratis dijo...

Me resulto muy agradable recorrer este espacio... seguire por aqui, espiando
besos calidos
Lil

Ezequiel dijo...

Una suprema ignorancia me exime de las convenciones bloggers (¿se dice así?). No sé qué se acostumbra cuando uno recibe -acaso por primera vez- un comentario favorable que no está fundado en el cariño o la amistad; sé que es conmocionante, y te lo agradezco... Ezequiel.